Chiquinquirá y la Premeditada Desecación de la Laguna de Fúquene (Historia) Parte 1
POR: OMANTO ARIOESTE
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PRIMERA PARTE
En otrora, la gigante fuente de agua fue el gran obstáculo a salvar por los conquistadores de más allá del océano; por los colonos a ultranza; por los primeros libertadores; por los comerciantes del norte, que a lomo de mula iban a la capital y, por la incipiente ingeniería que trazó la troncal y el ferrocarril del norte. Si, Fúquene estaba en el cruce estratégico de los “caminos del progreso”, y en tal situación debía llevarse a cabo su desecación.
En tiempo de las grandes comunidades tribales, el inmenso lago estaba al cuidado de una deidad inquietante de los Muzos; el dios Fu; que desde las profundidades de aquellas aguas cristalinas, lo cuidaba de la pretenciosa dominación de los chibchas. Estos, finalmente tuvieron el control de esta imponente fuente de agua y la convirtieron en uno de sus más sagrados santuarios de adoración. Las leyendas advierten que derrotado el receloso Fu, este maldijo el lago y anticipó su desecación. Así se registra en las memorias del conquistador español Gonzalo Jiménez de Quesada, recopiladas por el dedicado escribidor y cronista Alonso de Zamora.
Para 1822, la maldición de la deidad tribal comienza a cumplirse, cuando el libertador Simón Bolívar, entrega los humedales como pago al general José Ignacio Paris, por su invaluable servicio a la gesta libertadora, a condición de secarlos. Encomienda que el destacado general lleva a cabo con diligencia.
En alguna época reciente y para olvidar, se pretendió emular la Azaña del buen semidiós Bochica, que partió; con el poder de su cetro de oro; la imponente cordillera para desecar la meseta de Bacatá. La ingeniería contemporánea inicio un túnel por los cerros orientales de San Miguel de Sema, para precipitar las aguas del sagrado lago a la aridez del desierto de la Candelaria. De ambas acciones quedan vestigios para la posteridad: La obra del gran sabio muisca se conoce como El Salto de Tequendama y un remedo de túnel; oscuro socavón desconocido; da fe de la necedad humana.
Continuará…